sábado, 13 de septiembre de 2008

Perfil del estudiante de derecho y politología San Marquino

Será necesario narrar dos anécdotas, que me acaecieron.
El primero fue sobre una chica cuyo nombre comienza con i giega, me dirigí a comprar, y me ubiqué exactamente al costado de ella. Varias veces hemos conversado y dialogado, y pedí un wazzu si no me equivoco. Es segurísimo que me escuchó, pero no me saludó.
La segunta anécdota fue sobre otro compañero, cuyo nombre comienza con eme, a quien conozco desde que di el examen de admisión. Lo noté muy alturado, algo que ha estado ocurriendo con otras personas de la facultad. No hablaba mucho y me tomaba como un idiota, llegó a decir una frase, algo como "ahora va a ..." pero como soy sordo no lo entendí bien

Que les quiero decir? La ambición que tienen. Si tu no "andas contando" a todo el mundo que estudias, pensarán que eres idiota sin ni siquiera aplicar el beneficio de la duda. Los sanmarquinos no son los que estudian para poder defender causas humanas (no digo todos, hay gente muy sincera); si no, sabiendo que desde las constituciones hasta las instituciones tienen como propósito servir a la dignidad humana, te tratarían dignamente. Pero estas premisas chocan los hechos, premisas que deberían estar "interiorizadas".
Pero si se ponen a pensar, si son capaz de menospreciar a uno, como podrán tomar decisiones imparciales, si no te ven como un ser humano sino como un ser inferior, y ni siquiera, como repito, te dan el beneficio de la duda en "la imagen mental" que tienen ellos de ti. Podrían tomar decisiones influidas por el perjuicio, podrían no ser tan receptivos a llegar a la justicia, con su manera tan déspota de ser: inclusive si estos sentimiento de menosprecio a todos son graves, pueden llegar a "pasarte por alto" cambiándote por dinero (corrupción), si al final tú no vales nada y ellos sí. Porqué? Por la ambición: que una persona actúa como si no te conociera, no es más por un gran sentimiento de superioridad. Para una rama dedicada en el servicio, no saludar, ignorar a alguien es una clara muestra de que el trabajo no es para servir al bien común sino por la ambición personal: todos sabemos por sicología que el saludo es "una conspiración social de carácter mundial destinada a elevar el nivel general de la estimación propia" (Whittaker, Psicologia, pag. 412). Que un abogado, cuyo fin es proteger al individuo y procurar el bien común, que incluye la dignidad física como mental, se desentienda contigo, que sugiere? Que no le interesas, que el se cree superior. Superior! Si su fin es servir a los demás! Su misión es defender para la justa aplicación de la ley cualesquiera que sean las personas. Pero ya vemos como desde la formación eso no se interioriza. Ni siquiera una sonrisa; un sola mirada de desprecio y una frase mordaz para evidenciar su "superioridad" son lo que encontraran en esta facultad.